En la ciudad sin sombras - Capítulo 2

Me empujan, me resisto, doy patadas, puñetazos, hago lo imposible para librarme de ellos. Todo es en vano, consiguen sacarme del coche. Voy a morir, eso es indudable, pero quería dejarles, al menos, un recuerdo mío. Estoy firmemente inmovilizado. Todo esfuerzo es inútil. Golpe en rodilla derecha, otro en la izquierda. Ya estoy arrodillado. Uno de lo asaltantes se sitúa frente a mí, su rostro me es familiar. Saca una pistola, me encañona. Espero que no suelte la perorata típica de la películas, bueno, ojalá, el héroe siempre se salva cuando el villano hace algo así. Sin embargo, algo me dice que en esta historia más que el héroe soy el secundario imprudente. El secuaz, su comportamiento y su vestimenta lo descartan como villano, aprieta el gatillo. El bosque se calla, lo coches que circulan por la lejana carretera no se detienen. La bala sale con estruendo del cañón del arma, la observo a cámara lenta, como si pudiera detenerla, pero claro, eso es imposible. ¿De qué calibre será? ¿Me destrozará el cráneo como en las pruebas de balística? ¿Habrá errado la trayectoria y el impacto no será mortal? Si así ocurre, tengo que hacerme el muerto, quizás pueda escaparme. La bala ha recorrido la mitad de la distancia que me separa de mi más que probable asesino. Va directa hacia mi cabeza, no ha errado. ¿Qué debe pensar la gente en estos casos? ¿Será verdad eso que dicen que tu vida pasa frente a ti en un par de segundos? A ver voy a intentarlo. Nada. Igual si cierro los ojos… Nada. Estoy gritando. ¿Por qué? No quiero gritar. No voy a darles esa satisfacción. Me escucho como con eco. Hay otra voz dentro de mí. ¿Tú quién eres? ¿Qué haces dentro de mí? Vete de aquí, ¿no ves que voy a morir? Vaya mierda de muerte, ni siquiera moriré cuerdo. La bala ya me está rozando la frente. Si frunzo el ceño, ¿la desviaré? Supongo que no. No hay remedio, voy a morir. Al menos espero que no tarden mucho en encontrar mi cadáver, no me gustaría ser alimento de lobos, aunque por otro lado, al menos mi cadáver sería útil, ya que dudo que puedan usar mi hígado o mis pulmones, salvo que los quieran usar a modo de venganza contra alguien. La bala empieza a atravesar mi cráneo. El dolor es insoportable. Caigo al suelo. Tumbado sobre mi espalda veo el cielo estrellado. Al menos, mi última visión será hermosa. Se tiñe de rojo, la sangre debe de estar llegándome a los ojos. No oigo nada, ni el bosque, ni los coches de la carretera lejana. Lo intento, pero no puedo moverme.

El dolor ha desaparecido, no siento nada. No veo el cielo estrellado. La noche se ha adueñado de mí. Y, sin embargo, sigo aquí. ¿Seguirá el otro también? ¿Hola? ¿Estás ahí? Nada. Vuelvo a estar solo.

¿Y ahora qué? Igual si dejo de pensar, si pongo la mente en blanco, moriré por fin, como cuando quiero dormir. Pero, ¿Y si aún tengo esperanzas? ¿Y si alguien me encuentra y pueden salvarme? Tengo que mantener la mente ocupada, tengo que mantener la mente ocupada. Es extraño, no puedo sentir nada, ninguna parte de mi cuerpo, y sin embargo, me siento cansado, agotado. Por otro lado, puede que yo mismo sea un sueño soñado por mi yo real, eso lo explicaría todo. Soy un sueño, soy un sueño. ¿A quién quiero engañar? Me han disparado, la bala me ha atravesado la cabeza. Estoy muerto, o camino de estarlo. Es más, yo diría que soy un espíritu hablando conmigo mismo en el Más Allá. Aún no veo la luz, ni el túnel, bueno el túnel sí, esto es muy oscuro así que debo de estar dentro de él. Será cuestión de esperar entonces, ¿no? ¿Cuánto tiempo habrá pasado ya? Espero que esto no sea el Infierno, no me imagino peor tortura que ésta: toda la eternidad en mi única compañía. Tienen razón los que dicen que hasta los ateos más recalcitrantes como yo, se hacen creyentes en el momento de la muerte. No hay razón más poderosa que el miedo. Supongo que no puedo hacer más que esperar a que se encienda la luz al final del túnel.

Comentarios

jac.nto ha dicho que…
no te ajunto...
¡qué es broma! cómo ya te dije en su momento cool