Terry Gilliam


Este fin de semana se estrena Tideland el último y muy polémico film de Terry Gilliam. Una película, por lo que he leído, difícil y que, por supuesto, no es el éxito comercial que el director norteamericano lleva buscando durante años.

Terry Gilliam es un tipo singular, con una fuerte personalidad, no en vano era el único componente no británico de los geniales Monty Python. Con ellos hizo sus primeros pinitos como realizador. Películas como La Bestia del Reino, Los Caballeros de la Mesa Cuadrada o la posterior Los Viajeros del Tiempo, son una muestra de su imaginación, si bien sus muy ajustados presupuestos no le permitían excesos de ningún tipo.

Con Brazil, Gilliam se despegó de la estela del grupo de humor británico consiguiendo un gran reconocimiento crítico y comercial con esta fábula de tintes orwellianos. Con la fama y el poder recién adquiridos se embarcó en la producción más grande del cine europeo hasta la fecha: "Las Aventuras del Barón de Munchausen" una película excesiva, de imaginación desbordante, que ejemplifica lo mejor y lo peor del director, entrando en este último apartado su regular sentido del ritmo y su apego por su criatura hasta el punto de que no es capaz de usar la tijera en la sala de montaje tanto como debería. El film, irregular pero muy estimable, fue un rotundo fracaso de taquilla.

Sin embargo, la debacle económica del proyecto no afectó a su posterior carrera Hollywoodiense. Sus dos siguientes films, El Rey Pescador y Doce Monos, gozaron de holgados presupuestos y repartos de lujo. Además puede que sean sus dos películas más equilibradas, se nota que los productores le pusieron freno a muchas de sus ideas. Aun así, y pese a no ser Terry Gilliam en estado puro, son, para mí sus dos mejores films junto a Brazil. El Rey Pescador es su film más sentimental, una fábula de un locutor de radio que ha caído a los infiernos y que es rescatado al conocer a un vagabundo obsesionado con encontrar el Grial en la ciudad de New York. Mientras Doce Monos, resulta su film de estructura más compleja, un cuento futurista encerrado en si mismo y que cuenta con algunas de las mejores imágenes rodadas por Gilliam. Para mí, es su mejor película. Tiene un ritmo perfecto, los actores están perfectos y el director, pese a lo complicado de la trama, consigue que ésta sea perfectamente comprensible hasta para el espectador menos avispado.

Pero Gilliam no acabó del todo contento tras su experiencia, no le gustaban las cortapisas impuestas por los productores. Así sus siguientes película son más personales, más espaciadas en el tiempo y más irregulares. Miedo y Asco en Las Vegas narra el viaje psicotrópico de dos periodistas en Las Vegas de los años 70. Su propuesta, muy visual, transmite el cuelgue de los dos protagonistas y su progresiva autodestrucción, pero su muy irregular ritmo y el no querer profundizar más daña el producto final.

Tras este rodaje se embarcó en la idea de rodar su particular visión de El Quijote. El hombre que mató a Don Quijote tenía que llamarse la película, que nunca fue finalizada. Su limitado presupuesto, proveniente de inversores europeos, su falta de previsión, problemas meteorológicos y una hernia sufrida por el protagonista Jean Rochefort, que le impedía montarse a caballo (y la posterior negativa del seguro contratado a correr con los gastos de lesión de Rochefort y sus efectos en el rodaje) acabaron matando el proyecto. Todo esto se cuenta en un excelente documental llamado Lost in La Mancha donde se analiza el proceso de desintegración de la producción. Un documento imprescindible para entender un poco mejor la personalidad de Gilliam. De hecho hoy en día aún está intentando recuperar los derechos de la película, en manos de la compañía aseguradora, para reemprender el proyecto.

Quizás para resarcirse del desastre y recaudar el dinero necesario, aceptó dirigir El Secreto de los hermanos Grimm, probablemente la menos interesante de sus películas. Un film fallido, con ligeros destellos de brillantez pero echado al traste por su problemático rodaje y posterior montaje, junto con un guión poco destacable y las constantes luchas entre Gilliams y sus productores, los hermanos Weinstein. Aun así, el film, como toda la obra del director, tiene elementos muy estimables, como la atmósfera de cuento de hadas lúgubre que logra en varios momentos del metraje. Aunque lamentablemente el humor burdo gana la partida.

Este viernes 8 de Junio se estrena Tideland su última película, aunque tiene más de un año. Dicen que es un proyecto pequeño y personal, una especie de versión oscura de Alicia a través del espejo. Habrá que verla para comprobar si el loco de Gilliam vuelve por sus fueros.

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