Sunshine

Sunshine, la nueva película del director inglés Danny Boyle (Trainspotting, 28 días después), narra cómo en un futuro cercano nuestro Sol ha perdido gran parte de su fuerza y una nave es enviada desde la Tierra para “ponerle las pilas” por así decir. En el camino se encuentran con una expedición anterior que fracasó en su intento.

No es una historia tremendamente original como se ve, ecos de 2001 (muy superficiales), Alien u Horizonte Final resuenan en toda la película. Esta ausencia de elementos distintivos daña el conjunto durante la primera parte del visionado (también durante la segunda, si bien, en ésta pesan en su contra otros motivos) . Así, durante este primer segmento del film, asistimos a la exposición del problema, la descripción del grupo de tripulantes de la nave y sus interrelaciones, todo ello narrado con cuatro pinceladas y de un modo muy superficial. Algunos apuntes como la adicción al sol o personajes como el del psiquiatra o el interpretado por Chris Evans, por su sentido del deber, añaden interés a la acción. Además, la dirección de Boyle resulta muy efectiva en este primer tramo, pausada, dotando de gran importancia a las miradas de los personajes, con una clara analogía entre sus pupilas y el sol. Consigue introducir perfectamente al espectador en la película, sin estridencias y consiguiendo unas imágenes muy bellas y un ritmo con un perfecto crescendo que consigue que, a pesar de lo poco original de la historia, ésta se vea con agrado y resulte muy entretenida e interesante, e incluso con logrados momentos de tensión como cuando tienen que salir al exterior a reparar la nave. Desgraciadamente todo se va al traste en la segunda mitad, con un giro al género del psychokiller brusco y no justificable. Además todo lo acertado de la dirección hasta ese momento se transforma en algo vertiginoso, con multitud de planos cortos, desenfoques a diestro y siniestro, que consiguen marear al espectador de tal forma que no logra situar a los protagonistas en pantalla y pierde todo el interés por lo que le están contando. Una decisión incomprensible por parte del director y que echa al traste lo que podía haber sido una película mucho mejor y más interesante.

En el plano interpretativo, la película es correcta. Al ser personajes tan esquemáticos los actores tampoco pueden hacer demasiado y están todos muy adecuados, destacando Cillian Murphy y Chris Evans. Por otro lado, la estupenda Michelle Yeoh está desaprovechada por completo en un papel muy escaso en tiempo y desarrollo.

Los apartados técnicos, y pese al bajo presupuesto del film, son muy destacables. Tanto los efectos visuales, no muy abundantes, pero bien resueltos, como el diseño de producción (con claras reminiscencias del de Alien) resultan indistinguibles de los de una película americana de gran presupuesto, cosa que habla muy bien de la labor de los técnicos. La música resulta muy adecuada al tono con el que dota Boyle al conjunto; etérea, electrónica, aunque también con presencia orquesta y me ajustada a las imágenes. Su compositor es John Murphy es un estilo cercano al empleado por Clint Mansell en Réquiem por un Sueño o La fuente de la vida (The Fountain, de próximo estreno).

Tras ver Sunshine, e incluso durante su visionado, surge una pregunta ¿por qué? Si una película tan deudora de otras como ésta no es capaz de añadir elementos originales, ¿por qué se hace? Todo se ha visto con anterioridad en otras películas y mejor desarrollado. Los breves apuntes diferenciadores, como la adicción al sol, no son más que eso, apuntes. Aun así, si no tuviera ese desafortunado giro hacia el terror, la película habría quedado como un film entretenido, de excelente factura y que trata con inteligencia al espectador. Pero el resultado final resulta muy decepcionante, si bien entretenido. Por lo que parece ni Boyle ni su guionista tenían muy claro cómo acabar el film y optaron por la opción más fácil y menos interesante. Una pena.