El Ilusionista (The Illusionist)


Como ya ocurriera con anterioridad dos películas de temática similar se estrenan en un corto espacio de tiempo. Tras los casos de Deep Impact y Armageddon, Bichos y Antz o Las Amistades Peligrosas y Valmont, llegan El Ilusionista y The Prestige, ambas ambientadas en el mundo de la magia. La segunda, dirigida por Cristopher Nolan (el director de Memento) y protagonizada por Scartlett Johansson, Christian Bale, Hugh Jackman y Michael Caine, no llegará hasta enero, pero la primera ya la tenemos entre nosotros.

Como en los ejemplos detallados anteriormente, cuando coinciden dos películas similares una suele ser la hermana pequeña de la otra, el patito feo a priori, intentando, además, adelantarse en su estreno a su hermana mayor. El Ilusionista entra dentro de esta categoría. Con un escaso presupuesto (para el cine americano) de 16 millones de dólares y con un reparto solvente, lleno de rostros conocidos (Edward Norton, Paul Giamatti, Rufus Sewell y Jessica Biel), la película está realizada por el desconocido en estos lares Neil Burger y narra la historia de amor imposible entre la prometida del futuro emperador de Austria y un misterioso mago recién llegado a Viena.

Hacía tiempo que no tenía la sensación que tuve nada más empezar la película. En torno al cuarto de hora o así, ya no me estaba gustando. En esos escasos quince minutos ya eran patentes las deficiencias de la película: tópicos y obviedades por doquier y una realización plana, incapaz de dotar de ritmo o de innovación visual al flashback de la infancia del mago, que es todo lo previsible que uno se puede imaginar. Desgraciadamente la película no se desprende de esa sensación durante todo el metraje.

Ya durante la película también sale a relucir la falta de medios con que ha sido rodada. El rodaje tuvo lugar en Praga, simulando ser Viena, pero, y en esto me recordó a Alatriste, apenas en un par de enclaves exteriores, mostrando las carencias presupuestarias de la película. Algo que tampoco es negativo per sé, si el resto de elementos pudieran compensarlo, pero no es el caso.

Por estructura, la película remite a Sospechosos Habituales: dos personajes, uno de ellos narra a modo de flashback los acontecimientos que han ocurrido hasta ese punto, al que volvemos al final de la película,y desde el que se continúa la narración con giro final incluido. Además la historia de la película remite a Casablanca, triángulo amoroso incluido y con un representante de la ley corrupto pero de buen corazón, como el capitán Renault interpretado por Claude Rains, y que en este filme es interpretado por Paul Giamatti.

El guión está plagado de tópicos: jóvenes enamorados separados por su diferencia de clases, su reencuentro años después estando ella prometida y él bajo otra identidad que le proporciona mucho éxito, los celos del poderoso y futuro esposo, etc,etc... A esta serie de elementos se le añadiría el elemento mágico del asunto, como elemento original, al que tampoco se le saca partido. Es un guión desapasionado, no hay grandes tragedias, no hay aristas, apenas hay conflicto, todo es una gama de grises. Los personajes apenas están dibujados, no evolucionan, y poco más sabes de ellos aparte de su descripción genérica. Y, además, resulta predecible, sorpresa final incluida.

La realización de Neil Burger es plana, digna de telefilme, incapaz de dotar de algo de vida al asunto, y torpe directamente en el momento desencadenante de toda la trama que al estar rodado de manera tan típica y obvia, impide que entres en el juego porque sabes lo que ha pasado y lo que vendrá a continuación. Además la realización de los trucos de magia, algo que debería ser sorprendente o inquietante, resulta artificiosa e increible, pues optan por una solución vía ordenador, que resulta del todo imposible ya no para su época sino para la actual también, porque, si algo se deja claro en la película, es que el mago es un prestidigitador, no un ser con poderes especiales.

El reparto es correcto, poco más se les puede pedir a los actores con los papeles que tienen, aunque quizas Giamatti está un poco pasado de roscas en el tramo final.

La fotografía, el vestuario, la dirección artística son muy adecuadas, remitiéndote al cine antiguo, incluso con tonalidades y soluciones de montajes propias de la época del cine mudo. La música por otro lado, compuesta por Philipp Glass, tampoco ayuda, debido al estilo del compositor, quizás no el más adecuado para un proyecto así. Glass un prestigioso e innovador compositor del género minimalista tiene un estilo muy característico basado en la repetición de patrones que consigue maravillas en una película como Las Horas, cuya banda sonora es prodigiosa, pero aquí ese patrón resulta equivocado debido a la ausencia de vida del film. Por lo que la música en vez de potenciar las imágenes potencia el ritmo cansino, constante, gris de toda la película.

En resumen, la película más tópica y previsible que he visto en mucho tiempo, una completa decepción, aunque ideal para un público poco exigente y amante de los folletines desapasionados.

Comentarios

Shild ha dicho que…
Maldita sea, me acabo de dar cuenta de que me gustan los folletines desapasionados xDDD

En serio, como odio decirte que tienes razon, pero a mi me gusto mucho la pelicula, quizas sea porque consegui sumergirme en la historia, no se, a pesar de que a los diez minutos de visionado ya sabia como acabaria y como iba a ser toda la trama, pero no se, quizas se que me gustan demasiado las historias fantásticas
José Córdoba ha dicho que…
No, si a mí la película tampoco me desagradó, pero me decepcionó demasiado. Seguro que si la hubiera visto en casa sin pagar, o un sábado por la tarde después de las noticias, me habría gustado más, o al menos habría dormido mejor :P