Los Borgia


Tras Alatriste llega la otra producción histórica española de “gran” presupuesto: Los Borgia. Lo de gran presupuesto es un decir por supuesto, porque poco más de diez millones de euros para una película histórica es muy poca cosa. Tenía ciertas esperanzas en la película por su director, uno de los mejores y menos reconocidos que hay en España, Antonio Hernández, director de Lisboa y En la ciudad sin límites (también de El Gran Marciano, pero eso se explica porque era unos de los creadores del programa de TV Inocente, inocente). Aunque también tenía mis recelos pues la película es una versión reducida de una miniserie que A3 estrenará próximamente. El resultado es gris.

Los Borgia narra la historia de la saga de la familia valenciana desde el nombramiento como Papa de Alejandro VI hasta su muerte. Una historia llena de intrigas palaciegas, violencia y sexo. Hoy en día sería un culebrón venezolano, vamos. Durante más de dos horas asistimos a los entresijos de la corrupción, del poder, llevados a cabo por los Borgia, pero más en concreto en uno de los hijos, César Borgia, interpretado por Sergio Peris Mencheta, personaje que sirvió de modelo a Maquiavelo para escribir “El Príncipe”.

Frente a un film de estas características la comparación con su precedente Alatriste es inevitable y juega a su favor, pues el film, en su conjunto, de Hernández es superior al de Diaz Yanes. También, quizás, uno tiende a ser más condescendiente frente a un producto que ha contado con menos de la mitad del presupuesto del otro. Así, como punto positivo y destacadísimo, la dirección de Antonio Hernández. Es acertada, con muchas ideas visuales, no se contenta en poner la cámara donde menos moleste. Escenas como la cena en casa de los Orsiny o la muerte-nombramiento de nuevo Papa (con ese plano cenital) demuestran que el realizador se ha involucrado en la película, que está a la altura de los mejores de nuestro paísa, aunque desgraciadamente sea un desconocido para el gran público. Además apartados como el vestuario o la dirección artística están también muy logrados, aunque también ayuda el hecho de haber rodado en la propia ciudad de Roma. La fotografía es funcional y poco más que añadir, en este caso “Alatriste” estaba más conseguida (a pesar de, como ya señalé en su comentario, algunas escenas). La música de Ángel Illarramendi está presente durante casi todo el metraje, y aun siendo destacable, no está a la altura de otros trabajos suyos como El Celo, además padece de parecerse a otras obras suyas, si no por la melodía, sí por sus orquestaciones y otros elementos. Pero aun con todo, da empaque a las imágenes, también ayudado por el hecho de que las escenas no han sido remontadas, destrozando la música, como sí ocurre en Alatriste.

En el lado negativo el hecho de tratarse la versión reducida de una serie de televisión, por lo que varios hilos de la trama quedan inconclusos, aunque y éste es un detalle a favor, la trama no parece episódica, debido sobre todo a la dirección de Hernández que dota a la narración de una fluidez envidiable. Las interpretaciones del elenco son de lo más variopinto. Por un lado, Lluís Homar que realiza un acercamiento muy arriesgado a su personaje, rozando la locura pero sin exagerar (aunque hay momentos que recuerda a los caracteres interpretados por Leslie Nielsen en sus parodias), es difícil de catalogar y quizás por ello cause polémica; por otra parte, Sergio Peris Mencheta no sale mal parado del lance, su actuación sin ser modélica, ni espectacular, tampoco es desdeñable. Secundarios como Antonio Dechent o Roberto Álvarez, siempre están bien. Pero el resto de rostros jóvenes demuestra ser el gran error de la película, de hecho, muchos de ellos, están doblados por actores de doblaje. Mención especial para María Valverde y su Lucrecia Borgia, un personaje al que consigue desprender de toda su leyenda, haciéndola parecer una niña de papá ñoña y tonta, aunque por lo menos, ella no ha sido doblada. El resto de sus compañeras de reparto, exceptuando a Ángela Molina y Paz Vega, lo han sido. Quizás sólo buscaban cuerpos hermosos pues abundan los desnudos femeninos en la película.

Por otro lado, el guión tampoco profundiza en las tramas o en los personajes, estando más orientado al lado folletinesco de la trama que a ahondar un poco en los personajes.

La película, a pesar del muy loable esfuerzo de Hernández, necesitaría de un mayor presupuesto para tener un empaque, una factura visual mucho mejor. En resumen, es un ejemplo de cómo una buena dirección puede camuflar muchos defectos, pero no salvar un proyecto cuando cosas tan importantes como la calidad interpretativa o el guión, juegan en contra. Lo curioso, es que aun con todo, es una película bastante digna.

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