La Flauta Mágica (The Magic Flute)


Tras varios años alejado del cine, al menos en su faceta de realizador, Kenneth Branagh vuelve a nuestras pantallas, aunque, eso sí, en un proyecto un tanto atípico. Adaptar una ópera al cine es algo que se ha realizado en varias ocasiones, siendo la tónica habitual la filmación de una obra durante una representación escénica, algo muy alejado del cine. La Flauta Mágica de W.A. Mozart interpretada por Branagh poco tiene que ver con las anteriores versiones. El actor y realizador escocés ha optado por un acercamiento puramente cinematográfico, logrando un gran espectáculo visual para el que recurre a diversos recursos digitales en pos de dotar a la película de una mayor espectacularidad.

La Flauta Mágina, adaptada por Stephen Fry y el propio Branagh, narra la historia de un soldado durante la Primera Guerra Mundial. Tamino, que así se llama el hombre, tras ser aturdido por una explosión recibe la visita de tres mensajeras de la Reina de la Noche, quienes le encargan la misión de rescatar a Pamina, su hija, de las garras del malvado Sarastro. En su viaje tendrá como ayudante a Papageno, un soldado encargado de la mensajería meditante palomas.

La base de la historia en relación a la ópera sigue siendo la misma. Los cambios afectan, principalmente, al momento histórico en el que transcurre y a ciertas situaciones y diálogos. Además, el libreto original en alemán ha sido adaptado al inglés para lograr una mayor difusión del producto. El periodo elegido también le sirve al director para colocar un claro mensaje antibélico, ausente totalmente del libreto original, que no era más que un divertimento loco que Mozart realizó como encargo para un productor teatral amigo suyo.

Sin duda lo mejor de la película es la dirección de Branagh quien usa todos los recursos que tiene para, a pesar de su escaso presupuesto, lograr que la ópera luzca en pantalla del mejor modo posible pero, y esto es todo un logro, sin que le quite protagonismo la realización a la música en si. El mejor ejemplo del trabajo del director sería el espectacular plano secuencia inicial al son de la overtura de la ópera (una de mis piezas musicales favoritas). La cámara sigue la vida en las trincheras del bando protagonista mientras se preparan para la batalla, una cámara en constante movimiento se adentra en ellas, sale al exterior, un inmenso prado verde en el que destaca una mariposa, vuelve a la trincheras, nos sumerge en la batalla y su desenlace. Todo eso ocurre en apenas seis minutos, siendo por derecho propio una de las mejores escenas jamás rodada por el director, a la altura, sin duda, del principio de Mucho Ruido y Pocas Nueces.

En el plano interpretativo la película es más irregular. Branagh no ha buscado a estrellas del bel canto sino a intérpretes de ópera que sean capaces de realizar una buena interpretación en pantalla. Así los cantantes que interpretan a Papageno,Tamina o las tres mensajeras resultan unas decisiones acertadísimas, pues insuflan de vida a sus personajes sin pasarse de rosca, cosa que sí que pasa con Tamino y, sobre todo, con la Reina de la Noche.

La fotografía y la dirección artística, así como el vestuario, son adecuadas, pero no espectaculares. La falta de presupuesto se hace notar, particularmente, en estos apartados. Por otro lado, en el plano musical, la versión que se ha hecho para la ocasión de la obra de Mozart es de primer nivel tanto en las voces como en la orquesta. Sin embargo, la película se resiente precisamente por la música. La Flauta Mágica ,si bien un clásico indiscutible y cuenta con algunas de las arias más conocidas de historia, es una obra que se hace pesada en su tramo central, no tan brillante como su espectacular comienzo o su más comedido final. Durante mi estancia en Hannover, asistí a una representación de la misma y me ocurrió exactamente lo mismo que durante la película. El tramo central se hacía pesado. Además tiene una construcción poco fluida, lo que deviene en un ritmo irregular. El film de Branagh se resiente debido a ellos y sus dos horas y veinte minutos de duración pesan en el espectador (y lo dice alguien a quien la ópera le gusta, aunque no le entusiasma).

En resumen, La Flauta Mágica demuestra una vez más el buen hacer de Kenneth Branagh tras las cámaras y sirve de aperitivo para su siguiente película, As you like it, en la que vuelve a adaptar a Shakespeare. El disfrute del film depende en gran medida de la afición por la ópera del espectador, el director consigue realizar un trabajo espectacular, haciendo que la obra resulte sumamente atractiva en imágenes, pero aun con todo, no deja de ser una ópera y por lo tanto al espectador no habituado puede caerle la película como una pesada losa.

Aquí os dejo un vídeo para que os hagáis una idea del buen hacer del director.

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