Tomorrowland - El mundo del mañana (Tomorrowland) de Brad Bird

Desde finales de la década de los setenta y hasta finales de los ochenta, los estudios Disney atravesaron, probablemente, la peor época de su historia. Fueron unos años trufados de grandes fracasos tanto en su división de animación como en la de películas de imagen real enfocadas a un público familiar. Todo ello con el agravante de que los fracasos no sólo eran comerciales, también eran artísticos en una buena parte de los casos. Curiosamente, la división del estudio enfocada a un cine más adulto, Touchstone Pictures, funcionó muy bien a lo largo de la década con grandes éxitos como 1,2,3...¡Splash!. Los niños y las familias habían abandonado a Disney.

El estreno de Star Wars en 1977 supuso el punto de inflexión definitivo en el rumbo que había tomado Hollywood a lo largo de la década de los setenta. La gente se había cansado de sufrir o de ser arengada en el cine; necesitaban espectáculo y evasión y la película de George Lucas se lo proporcionó como ninguna otra había hecho hasta entonces. Hasta entonces Disney, aparte de sus películas de animación, había producido con éxitos películas de bajo presupuesto enfocadas a un público familar, donde eran habituales los actores Dean Jones, Kurt Russell (precisamente, esas fueron las dos últimas palabras que escribío Walt Disney antes de su muerte), César Romero, Peter Ustinov o David Tomlinson. Películas como la saga de Herbie, Tú a Boston y yo a California, Ahora me ves, ahora no me ves o Mi amigo el fantasma pertenecen a esta categoría del estudio (Películas que separo de otras mucho más ambiciosas como Mary Poppins, 20000 leguas de viaje submarino o La bruja novata). Las tres últimas películas de este bloque serían Se nos ha perdido un dinosaurio (One of our dinosaurs is missing, Robert Stevenson, 1975), Un candidato muy peludo (Shaggy D.A., Robert Stevenson, 1976) y Herbie en el gran prix de Montecarlo (Herbie goes to Montecarlo, Vincent McEveety, 1977), que tuvieron resultados muy discretos tanto comerciales como artísticos (si bien, la primera resulta muy entrañable). Era un tipo de cine que estaba ya pasando de moda, y Star Wars acabó de darle la puntilla.

Tras el estreno de Star Wars, estaba claro que el público ya no se contentaría sólo con estas películas de bajo presupuesto e inocuas intenciones. Y así la Disney se enfrascó en la realización de su respuesta a Star Wars, El abismo negro (The black hole, Gary Nelson, 1979) que con una producción de lujo y un reparto muy peculiar, repleto de grandes nombres se estrelló, justamente, en la taquilla. A pesar del fracaso, el cambio de paradigma era claro, y Disney siguió apostando por los altos presupuestos con el fin de recuperar el favor del público. Así volvería a la carga en años sucesivos con ĺa muy estimable El dragón del lago de fuego (Dragonslayer, Matthew Robbins, 1981) o Tron (Tron, Steven Lisberger, 1982), que también sufrieron sonoros fracasos, si bien la segunda pervivió como película de culto hasta nuestros días. En 1982 se estrenaba E.T., Spielberg fundó su productora Amblin, y el público que Disney buscaba desesperadamente encontró un nuevo hogar.

Mucho ha pasado desde entonces y Disney se encuentra ahora mismo en el que es sin duda su mejor momento financiero. Resulta pardójico que sea ahora mismo la dueña de Lucasfilm y, por lo tanto, de Star Wars. ¿Quién ríe el último...? A nivel de animación, tras la absorción de Pixar sobre todo, y el descomunal éxito de Frozen, el estudio vuelve a ser una primera espada, algo que durante los últimos años de siglo XX y principio del XXI fue cuestionado. Y a los adolescentes y a sus padres los tiene asegurados con la compra de Marvel y Star Wars, unido al éxito de Piratas del Caribe. Es de hecho, en Piratas del Caribe donde encontramos el germen de Tomorrowland. Durante estos años un par de ideas principales guían las producciones del estudio; la primera sería adaptar todos sus clásicos animados a imagen real, una operación que de momento está funcionando muy bien en taquilla a tenor de los resultados de Maléfica o Cenicienta; la segunda gran idea sería adaptar sus exitosas atracciones en parques temáticos. Así surgió Piratas del Caribe: La maldición de la Perla Negra (Pirates of the Caribbean: Curse of the Black Pearl, Gore Verbinski, 2003) con enorme éxito y La mansión encantada (Haunted Mansion, Rob Minkoff, 2003), vehículo de lucimiento a mayor gloria de un Eddie Murphy en horas ya muy bajas por entonces, que fue un fracaso.

El germen de Tomorrowland se encuentra en una de las secciones en las que se divide el parque temático Walt Disney World: EPCOT (Experimental Prototype Community Of Tomorrow, algo así como , Prototipo experimental de comunidad del mañana); una zona futurista que nos muestra un futuro utópico. El propio Walt Disney estaba obsesionado con alcanzar un futuro utópico, de hecho colaboró construyendo cuatro pabellones para la Feria Mundial de Nueva York del año 1964 y diseñó EPCOT como algo muchísimo más ambicioso, un verdadero experimento de mundo futuro. Pero todo el proyecto fue desechado tras su muerte en 1966, construyéndose en los terrenos que él había comprado para llevar a cabo este experimento, el segundo parque de atracciones de la compañía: Walt Disney World, que, como ya he indicado, incluye a modo de homenaje una zona llamada EPCOT, si bien no guarda estrictamente relación con el proyecto inicial de Walt Disney. Por un lado tenemos EPCOT y por otro una atracción mucho más reciente, la Space Mountain de Disneyland París, que con un diseño steampunk y con referencias a George Meliês y Jules Verne, se convierte en inspiración directa de una de las escenas más espectaculares de la película.

Tomorrowland nos narra cómo una brillante joven llamada Casey Newton(Britt Robertson) emprende un viaje junto a Athena (Raffey Cassidy) en busca Frank Walker (George Clooney), otrora niño brillante, que ella cree posee la clave para viajar a un mundo que se le presenta en forma de visiones al tocar un extraño pin. Ese mundo se llama Tomorrowland y está gobernado por Nix (Hugh Laurie).

El segundo largometraje en imagen real (el primero fue Misión Imposible: Protocolo fantasma) del genio de la animación Brad Bird (El gigante de hierro, Los Increíbles y Ratatouille) supone un reencuentro con ese cine familiar de décadas pasadas, que tan buenos ratos nos hizo pasar en nuestra infancia. Con ciertos lugares comunes: adolescente muy inteligente para su edad, decepcionada con su padre, hija de padres divorciados que emprende una aventura "greater than life", la película resulta estimulante, ágil y visualmente llamativa. La mano de Bird se nota, sobre todo, en un ritmo perfecto, que consigue que la película siempre avance con un foco muy claro, unas escenas de acción imaginativas y sorprendentes (especialmente la que ocurre en casa del personaje interpretado por George Clooney) y una imaginería visual poderosa (la escena de la torre Eiffel y el mismo Tomorrowland). De hecho, durante al menos dos tercios de película, la dirección de Bird consigue que siempre veamos la película con atención, y disfrutemos de la montaña rusa que nos propone. Es precisamente eĺ último tercio donde la película muestra mayores problemas.

Quizás decisión de Bird en la sala de montaje o del guionista Damon Lindeloff, los problemas del tercer acto de la película se encuentran principalmente en aquello que no te han explicado en los dos primeros tercios. De hecho el principal problema es dar el peso a un personaje tan poco definido como Nix que, tras aparecer brevemente durante el prólogo, no ha aparecido en todo el metraje y apenas ha sido nombrado durante el mismo. Esto lleva a presentar un "villano" desdibujado, mal explicado y, por tanto, difícil de comprender. Hugh Laurie, que es un excelente actor, no tiene nada con lo que trabajar y por lo tanto aparece un tanto perdido. Además da la sensación de estar apresurado, de querer contar muchas cosas en poco tiempo, por lo que resulta atropellado, y lo que es más grave, carente de urgencia y de sensación de peligro.

El resto de actores cumplen con lo que se espera de ellos. Clooney interpreta un papel que se sabe de memoria, mientras que la joven Britt Robertson resulta muy adecuada en su papel, si bien, como ya le ocurría en la serie La cúpula, su exceso general de energía juega en su contra en alguna que otra escena.

En el plano técnico los efectos visuales creados principalmente por la Industrial Light & Magic, resultan imaginativos e integrados. De hecho, es de esos raros casos en que se puede ver la magia del cine en acción, sobre todo los que residimos en Valencia. La base física de Tomorrowland es la Ciudad de las artes y las ciencias de Valencia, por lo que los que conocemos el entorno podemos ubicar cada escena rodada en su ubicación y observar la perfecta integración de los efectos digitales con los edificios diseñados por Santiago Calatrava.

La música ha sido compuesta por Michael Giacchino, quien ha musicado todas las películas de Bird, con las excepción de El gigante de hierro, obra del llorado Michael Kamen. Resulta una música muy clásica, puramente orquestal, algo cada vez más extraño en los blockbusters. Con un tema muy retentivo y pegadizo (a pesar de guardar cierta similitud con el tema del caballero del Grial de Indiana Jones y la última Cruzada, compuesto por John Williams), se adapta como un guante a la acción, enriqueciéndola e impulsándola. Un muy buen trabajo que, como suele ser habitual en el compositor, no resulta tan estimulante en su escucha aislada.

Es un pena que la película haya resultado un fracaso en taquilla, siendo el segundo consecutivo para el estudio tras el varapalo de El llanero solitario. Estrictamente a nivel mundial ha recaudado tanto como ha costado, pero en Hollywood si no se recupera el presupuesto con la taquilla americana, se considera un fracaso. Varios son los factores del fracaso: por un lado, no han encontrado un modo de vender la película de modo que resultaba llamativa para el público, en este sentido la presencia de George Clooney ya no es garantía de éxito, sigue siendo un nombre muy conocido pero no es una estrella que te garantice una taquilla elevada. Por otro lado, la propia película, al ir de más a menos, deja un cierto sabor agridulce que no facilita el boca a boca. No parece, por otro lado, que los implicados vayan a ver afectadas sus carreras por el fracaso, de hecho Brad Bird ya está enfrascado en los preparativos de Los increíbles 2 y Clooney ya tiene lista también su nueva colaboración con los hermanos Coen. Pero sí es cierto, que los estudios cada vez se lo van a pensar más para gastarse 200 millones de dólares en productos nuevos, en lugar de en continuaciones de lucrativas franquicias. No hay más que echar un ojo a la taquilla mundial de este año para observar como el público está prefiriendo las franquicias frente a productos más originales.

Cine en familia

La película resulta un gran entretenimiento para ver en familia, sobre todo para niños con más de seis años. Tiene acción, imaginación y aventuras que resultan adecuados y no espeialmente violentos. Además su mensaje en pos de la imaginación como herramienta para salvar al mundo me parece muy adecuado.

En fin, Tomorrowland recupera, si bien con un prespuesto estratosférico en comparación, el cine familiar de décadas pasadas. De resultado agridulce, sus pros son netamente superiores a sus contras, y el conjunto resulta muy estimable, estimulante y recomendable, a pesar de un final fallido sin duda.


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